El desperdicio de talento

El concepto de normalidad proviene de la estadística y corresponde a lo que sucede mayoritariamente: Lo común, lo que casi siempre se ve. Que es general o mayoritario o que es u ocurre siempre o habitualmente, por lo que no produce extrañeza. Pues bien. La base de todas las pruebas psicométricas está basada sobre el concepto de “la norma” o el comportamiento general de un grupo. Desde este punto de vista, cuando estamos evaluando con pruebas estandarizadas lo que estamos viendo es si la persona evaluada es “normal”, es decir se encuentra dentro de las escalas construidas a través de la población general. La selección basada en pruebas entonces, busca, privilegia y utiliza la normalidad (o la norma estadística) para elegir sus candidatos mejores. 
Lo que pretendo hacer notar es que las obras humanas extraordinarias no han sido creadas por seres humanos normales… Vincent Van Gogh, Salvador Dali y Edvard Munch fueron pintores reconocidamente psicóticos. Sus pinturas hoy valen millones y millones de dólares y la humanidad custodia sus obras como si fueran lo más preciado que tienen. John Nash Ganó el premio nobel de ciencias económicas en 1994, que padecía la misma enfermedad de Robert Schumann, es decir, la psicosis. Fiódor Dostoievski, epiléptico y ludópata, reconocido neurótico (Freud lo tomó de ejemplo para varias de sus clasificaciones) es uno de los maestros de la literatura universal. Beethoven era sordo, de carácter irritable y depresivo. A pesar de ello compuso obras musicales que no han tenido nada comparable desde entonces. Stephen Hawking el famoso físico teórico, astrofísico y cosmólogo  padece una enfermedad motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que ha ido agravando su estado con el paso de los años, hasta dejarlo casi completamente paralizado, y lo ha forzado a comunicarse a través de un aparato generador de voz. Sería rechazado para casi cualquier empleo del mundo, sin embargo es el hombre vivo que más aportes ha hecho al entendimiento de nuestro universo. Se tiene la teoría de que Albert Einstein e incluso Isaac Newton padecían el síndrome de asperger. Esta particular forma de autismo conlleva a un aislamiento social y a conductas relativamente obsesivas con un tema repetitivo al cual se le dedica tiempo durante horas. ¿De qué otra forma una persona “normal” puede encerrarse horas, meses y años a estudiar o recolectar información sobre un tema en particular? El mismo Albert Einstein dijo alguna vez algo parecido a “¿Si buscas resultados extraordinarios por qué haces siempre lo mismo?” Es que estoy pensando, como psicólogo de selección que fui alguna vez, cuantos talentos se nos esfumaron porque puntuaron bajo en la escala de sociabilidad. A cuantos, decenas, tal vez cientos, sacamos de la lista de candidatos porque aparecen “rasgos clínicos”, como por ejemplo una personalidad obsesivo-compulsiva, tendencia al aislamiento, etc.
Antes que en la categoría “profesional”, me inscribo en el grupo de “ser humano”. Desde allí, desde mi simple observación, he podido ver que las personas talentosas generalmente se desvían de lo que la mayoría hace. Este tipo de personas de alto rendimiento, puede tener características como:
-Tendencia a aislarse y concentrarse en un tema por horas, días o meses (o toda una vida). De aquí salieron personas como Darwin, que con sus hallazgos cambiaron toda la visión de nuestro mundo. Seres humanos con estas características podrían ocupar puestos valiosísimos en empresas que requieren investigación o simplemente necesitan una persona que ame un tema y lo desarrolle con pasión.
-Personas con muy pocas habilidades sociales pero con altas destrezas técnicas. De este grupo salieron “locos” como Beethoven, que aún no encuentra su reemplazo, y no aparecerá uno igual en siglos. Los desarrolladores de software, los que manejan información financiera, los estadísticos, los creativos suelen tener esta característica (huraños, aislados, encerrados en sus oficinas, pero que realizan exitosamente y con creces, lo que se les solicita).
-Personas que sólo pueden producir sus mejores resultados bajo ciertas condiciones, o a ciertas horas (en la madrugada), cuando se les deja solos o incluso, mientras duermen o juegan.
Todo lo anterior para decir que la genialidad y los aportes importantes no solo se encuentran en la normalidad. Para agregar también que considero un error seleccionar bajo los mismos principios de los años 20 del siglo pasado. Las empresas que dentro de sus procesos requieren personas con chispa, con tenacidad e innovación necesitan adaptar sus modelos de selección y además la forma en que pueden facilitar tales resultados extraordinarios. Una silla y una mesa no son necesariamente el mejor lugar para producir, especialmente si de aportes extraordinarios de trata.
Los modelos de selección y ciertos tipos de valores y competencias como el trabajo en equipo han descartado excelentes trabajadores, muy buenos, casi inmejorables en lo que hacen pero rechazados porque no encajan dentro de los estándares sociales. Dedicado a todos aquellos (hombres y mujeres), con altas capacidades técnicas pero pobres habilidades sociales, o con trastornos que precisamente los hace valiosos (asperger, obsesivo-compulsivos) que no han sido aceptados dentro del ambiente social de la empresa. Estas personas han tenido dos destinos: están cambiando el mundo por su cuenta, o los más, se desperdician en el mundo cotidiano, porque las empresas prefirieron un “normal” antes que su genialidad.

Lástima el desperdicio

Ramón Chaux

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